La propuesta nace de la preocupación que en los últimos años la arquitectura, y sobre todo los edificios de vivienda como multifamiliares y complejos residenciales no aportan al desarrollo urbanístico de la ciudad, sino todo lo contrario, la perjudican encerrándose en sí mismas como fortalezas y dejando hacia la calle muros y fachadas ciegas. Por otro lado el calentamiento global ha provocado que la temperatura se incremente, y por ende, la sensación térmica en las ciudades sea mucho más elevada.
La arquitectura, en el manejo estratégico de la forma, puede ayudar a conseguir el confort urbano y así conservar, promover y prolongar las diversas dinámicas que se desarrollan en la ciudad.

Es así que la propuesta se gesta con la idea de conseguir una configuración urbana que permita un confort para quienes la caminan por fuera de la vivienda, y un confort arquitectónico para quienes la habitan. Es por ello que la propuesta techa un retiro conseguido en el primer nivel con los pisos 2 y 3. Esto crea un espacio configurado entre columnatas y el volumen en voladizo que sostienen: un espacio de transición y confort entre la ciudad y la vivienda. También, el ambiente de la casa que da hacia este espacio es muy flexible, pues permite el desarrollo de un futuro local comercial, un taller, una oficina o una habitación que arrendar. Este tipo de espacio se puede encontrar en el Centro Histórico de Lima y en el de otras ciudades como Ayacucho, Arequipa y Cusco, que permiten proteger, incentivar y prolongar las actividades en la ciudad ya que cobijan del sol y de la lluvia a quienes transitan por ella.